Por lo general los niños manifiestan sus emociones abiertamente: unos gritan, otros lloran, algunos de ellos realizan pataletas y existen niños que sencillamente guardan silencio.
Cuando un niño se molesta, puede responder de diversas formas. Es posible que se vuelva agresivo o decida aislarse. Y es que la emoción de la ira es complicada de predecir y controlar.
¿Qué sienten los niños al molestarse?
¿Por qué se enojan los niños? ¿Por que no obtienen lo que desean? ¿Por un mal término de su mejor amigo? Un niño se molesta cuando entra en discusión, cuando alguien le ocasiona un perjuicio. Se enoja si discute con su hermano, o cuando nadie desea jugar con él. Se molesta cuando no le compran el juguete preferido. Se enfada por muchos motivos y no es consciente de qué le sucede.
Normalmente los niños cuando se encuentran molestos desarrollan dolor de cabeza. Otros manifiestan que sus venas parecen conducir más sangre, y que sudan, sudan mucho. Además sienten que su cara se vuelve roja y la emoción se sale de control. La ira se adueña del cuerpo y se pierde por completo el manejo.
¿Cómo ayudar a los niños a controlar su enfado?
La respuesta está en aprender a respirar. Tan simple y difícil a la vez. Ese puede ser el truco para controlar la emoción incontrolada de la ira: respirar, profundamente. Esa es la alternativa que manifiestan los niños. Los padres además pueden sugerir a sus hijos seguir los siguientes pasos:
– Cuando se presenta la emoción de la rabia, es indispensable hallar un sitio tranquilo para calmarse.
– Respirar profundamente por la nariz y liberar el aire por la boca.
– Cerrar los ojos y nuevamente respirar.
De este modo, los niños que han seguido estos pasos, manifiestan sentirse mejor y en calma, como si la agitación se detuviera. El corazón deja su ritmo acelerado y la mente se tranquiliza. Ese es justo el momento indicado para dialogar.