Las lipasas son enzimas de origen natural que son solubles en agua y que normalmente se encuentran en la leche materna humana. Ellas realizan las funciones vitales tales como la ayuda de la digestión de la leche en el bebé, así como el transporte y procesamiento de lípidos de la dieta.
Las lipasas, aunque son moléculas enzimáticas de función buena y necesaria, pueden estar presentes en exceso en la leche materna y pueden causar una leve angustia a las madres durante el tiempo de la lactancia. Después de bombear la leche materna, algunas mujeres pueden notar que su leche tiene olor agrio o rancio. Esto se puede observar bien poco después de la extracción de leche o cuando la leche ha sido congelada y luego se ha descongelado para su uso. Este olor rancio es debido al aumento de los niveles de lipasas.
Las lipasas mantienen las grasas presentes en la leche materna, además de que también degradan la grasa para que la leche se digiera más fácilmente por el delicado sistema digestivo del bebé. Los altos niveles de lipasas causan un aumento de la degradación de las grasas en la leche extraída, y por lo tanto, causan el olor y el sabor observado como se describe anteriormente.
Prevenir el mal olor causado por las lipasas en la leche materna
Dependiendo del nivel de lipasa de la leche, puede notarse el olor rancio después de que la leche se haya enfriado en el frigorífico, después de que la leche haya estado congelada durante algún tiempo. Para prevenirlo, se puede escaldar la leche, poniéndola en un recipiente a calentar hasta que empiece a formarse espuma contra los bordes del recipiente. Se aparta del fuego, se deja enfriar y se puede congelar. (Escaldar no es hervir; si hervimos la leche, perderá sus propiedades). No obstante, esta leche no es perjudicial para el bebé, pero muchos la rechazan. Se puede hacer la prueba, descongelando una dosis y comprobando su sabor y olor, al cabo, por ejemplo, de una semana.