La timidez es una característica de la personalidad que se presenta en el 15% de los niños menores de seis años, indica Inés Monjas, doctora en Psicología y autora de ‘¿Mi hijo es tímido?’.
La timidez del niño evoluciona con el transcurso de la adolescencia, y se manifiesta en el 46% de los jóvenes que se identifican como tímidos.
Durante la adolescencia, la timidez se hace más evidente. Una reciente investigación publicada en ‘Pediatrics’ conduce a que el 46,7% de los adolescentes de entre 13 y 18 años son tímidos, algo que se observa con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres.
La timidez infantil puede surgir durante el primer año de vida, justo en el momento cuando comienzan a surgir los miedos a la separación de sus padres. En esta clase de casos es una respuesta normal y lógica del menor ante lo desconocido. A los tres años, el pequeño, se enfrenta a un nuevo ambiente social con el comienzo del periodo académico. En esta época, es muy posible que reafirme este tipo de comportamiento retraído hacia los hechos nuevos.
Consejos para ayudarle al niño a superar la timidez
No obligarlo. La reacción de los adultos ante la timidez del menor, es insistirle en que salude, se comunique y presionarlo para que actúe, algo en lo que aún él no se encuentra preparado.
«Lo mejor que podemos hacer cuando el pequeño actúa con timidez es no insistir, ni forzarle, ni obligarle; cuanto más le digamos, menos conseguiremos», expresa Sara Tarrés, autora del blog de maternidad ‘Mi mamá es psicóloga infantil’.
No sobreproteger. Los padres que sobreprotegen a sus hijos los representan y asisten a consolarlos en cada oportunidad que se muestran retraídos. Esta actitud no contribuye a que el niño enfrente su timidez paso a paso. Además se recomienda permitir que el niño enfrente las situaciones incómodas porque el aislamiento social solo empeora la dificultad.
No etiquetar. No es conveniente señalar a los pequeños, ni excusar su actitud ante los demás con la frase clásica «es que es muy tímido». Cuando se presenta una situación nueva, es mejor permitir que el niño se relaje poco a poco hasta que la enfrente con naturalidad.
De padres sociables salen niños sociables. Si los menores ven que sus padres manifiestan una conducta y una actitud sociable ante los eventos nuevos, no se enseñaran inhibidos, ni retraídos al conocer a alguien o al entrar a un sitio desconocido, aprenderán y afrontarán este modo de actuar de manera espontánea.