Diferentes estudios comprueban que el desarrollo psicomotor es la base fundamental para el aprendizaje, el desarrollo intelectual y la madurez del sistema nervioso. Cuando el niño recibe una pertinente estimulación, se protege contra retrasos psicomotores y se colabora a la evolución de la estructura corporal, el progreso de la marcha, la prensión, la organización del espacio y del tiempo, el aprendizaje de posturas correctas, la orientación espacial y la independencia personal.
Todos los niños al nacer poseen los mismos reflejos. El niño que logra ver por la estimulación ambiental, desarrolla de forma natural su psicomotricidad; el niño con discapacidad visual manifiesta un retraso en su desarrollo motor por la ausencia de visión, en especial en actividades relacionadas con el movimiento.
La carencia de información visual afecta el desarrollo de la movilidad porque el menor posee menos estímulos que orienten su movimiento, un menor control sobre el equilibrio, adolecen de imitación visual y revelan un temor a golpearse con los obstáculos y además están inmersos en un ambiente exageradamente sobreprotector. Estos niños presentan un retraso en la evolución de sus habilidades psicomotrices con relación a los niños videntes porque como es lógico tardarán en sentarse sin ayuda a los 12 meses y empezarán a caminar a los 24 meses.
Es clave estimular al niño a través del juego para que aprenda a permanecer sentado, agarrarse de los lados, cambiar de postura, avanzar reptando, ponerse de rodillas o caminar con ayuda.
Para que los niños aprendan a caminar, es conveniente proporcionarles muebles u otro tipo de ayudas a su altura para que se sujeten de pie y para que les sirva de referencia. A la vez se sugiere ubicar los pies sobre los nuestros mientras estamos caminando, para que hagan consciente el movimiento. Además colaboraremos conduciendo al niño de las manos y ayudándole a que domine el espacio y se sienta seguro, brindándole correpasillos u otras clases de lugares para aferrarse.
El espacio debe ser reconocido por el niño e identificar los objetos que existen en él, suministrando un ambiente ordenado y seguro. Es importante indicarle que tipo de cosas son peligrosas como enchufes, horno, radiadores, escaleras, productos de limpieza o medicamentos. Se debe tener en cuenta que la falta de motivación y la sobreprotección pueden limitar el progreso o avance de la motricidad en general y poco control sobre el ambiente, lo que repercutirá en que el niño no desarrolle una marcha coordinada y estable, entonces presentará problemas para entender la distancia, el movimiento, el tiempo y tendrá una reducida participación social y un bajo reconocimiento de la imagen corporal. Ante esta situación será necesario acudir a programas de atención temprana.
Por último se les debe enseñar a emplear las manos juntas y a gatear, para que primero por un lado sean capaces de tomar los objetos que necesitan, y segundo logren desplazarse con el cuerpo para coordinar el equilibrio y ejercer autonomía sobre su propio ser.