Al hablar del sueño infantil nos estamos refiriendo al período diurno o nocturno en el transcurso del cual los niños reposan. El sueño en los niños permite la relajación y regulación en el organismo. Es fundamental para el control de la energía y la temperatura del cuerpo. El sueño revitaliza y regenera los procesos corporales, que se han desestabilizado en el día.
En el caso de los bebés, el sueño está clasificado en cuatro etapas que se van intensificando de forma progresiva. Es de gran importancia respetar esas etapas sin interferir para que se transformen en un hábito, de ese modo será más sencillo que el niño logre conciliar el sueño. Intentar que el niño duerma bien, es una labor complicada y representa un verdadero reto, sin embargo si se respeta su ritmo, todo será más simple y no se presentarán inconvenientes. Los padres deben generar el ambiente adecuado para que el bebé establezca su propio ritmo de sueño.
¿Qué ventajas ofrece a los niños dormir bien?
Mientras transcurre el sueño infantil, los niños incorporan y ordenan lo observado y aprendido, logran madurar física y psicológicamente, y comienzan a ejercitar su autonomía con relación al universo exterior y de sus padres, por un tiempo que es cambiante, de acuerdo a su edad y comportamiento.
Por otro lado, el dormir bien, representa un alimento para el cuerpo del niño. Cuando el menor no logra dormir o descansar bien, termina presentando dificultades en su comportamiento o actitud frente a la vida. Por esta razón es tan relevante, desde los primeros años de vida, fijar horarios, así como un espacio y tiempo dedicados para el sueño de los niños.
Existen toda clase de recomendaciones para que los niños logren conciliar el sueño de manera oportuna y efectiva. Sin embargo, debemos recordar que estos no funcionarán, si los padres no imponen estas normas o condiciones con seguridad. Los padres, antes que nada, deben estar convencidos y seguros de lo que están determinando. El niño requiere de seguridad, y en especial al momento de ir a la cama a dormir con la intención de descansar. Las costumbres o hábitos para ir a dormir, como controlar la hora de acostarse, son indispensables para fijar una conducta o modelo a seguir en los niños.