En el transcurso de los primeros meses y años, el bebé humano requiere de caricias, abrazos, besos y palabras afectivas que promuevan su desarrollo y maduración cerebral. Sin la presencia de estas manifestaciones afectivas, sin esta relación materno-filial, el avance neuronal no se integra apropiadamente. Se sabe que no basta con brindar alimentación al bebé para que tenga un crecimiento sano, es importante comunicarle afecto y cariño, demostrarle que es amado para que se desarrolle de forma apropiada no solo en el área afectiva, si no además física y mentalmente.
En la sociedad moderna en la que existimos, sumergidos en una actividad agitada y con horarios laborales poco apropiados para la integración familiar, son muchos los niños que experimentan carencias afectivas debido a la ausencia de relaciones indispensables para su adecuado crecimiento. No es esencial que el niño se blanco de causas extremas como el maltrato, negligencia, abandono, prolongadas hospitalizaciones, separaciones o divorcios traumáticos, para experimentar carencias afectivas delicadas. Una atención de poca calidad influye sobre el desarrollo emocional y psicológico del niño.
Niños que pasan muchas horas frente a la pantalla del televisor o de la computadora no se encuentran disfrutando del cariño o de las relaciones sociales o intelectuales correspondientes para su edad. Este nuevo modelo de dejar a los pequeños a cargo de la niñera virtual en el transcurso de extensas horas crea un estilo de crianza impersonal, enfocando a los niños hacia la tecnología y dejando a un lado el aspecto humano.
¿Cómo reconocer que un niño tiene carencias afectivas?
Los niños que no se sienten amados por sus padres, con un ambiente frío, hostil, agresivo o negligente es posible que terminen desarrollando trastornos psicológicos. Los efectos de las carencias afectivas padecidas en el transcurso de los primeros años de vida son, por lo general, irreparables. Algunas manifestaciones evidentes de carencia afectiva son:
1. Dificultades en el control de los impulsos, con cambios intensos de comportamiento y respuestas violentas.
2. Desconfían con facilidad.
3. Un pobre desarrollo del lenguaje y destrezas sociales.
4. Problemas de concentración.
5. Trastornos de ansiedad.
6. Inconvenientes para comunicar emociones y dificultades para modularlas.
Todas estas manifestaciones es posible observarlas hasta la edad adulta donde nos encontramos con individuos egocéntricos, con reducidas destrezas sociales y con gran dependencia emocional.