En la actualidad es posible contemplar en las nuevas generaciones la ausencia de fuerza de voluntad y disciplina. Por lo general se escuchan mensajes sobre la relevancia de esforzarse para lograr las metas que se plantean en la vida. No obstante la sociedad del consumo y la comodidad en la que vivimos comunica conceptos subliminales en sentido contrario.
Los mensajes que se reciben invitan a reflexionar que la calidad de vida es posible alcanzarla sin trabajo, de ahí que los niños crezcan sin desarrollar la habilidad del trabajo y la disciplina que los impulse a enfrentar los retos y los inconvenientes que ofrece la vida. Por esta razón, Aurora de la Iglesa de ‘Tv para padres’ nos da a conocer la relevancia de estimular a los niños en la disciplina y el trabajo.
Formar a los niños en el trabajo y la disciplina
Actualmente, más que nunca, es indispensable promover la habilidad de autocontrol de los niños para que estén en capacidad de resistir las exigencias que demanda la sociedad. La gran mayoría de los padres comenten un error cuando distancian a sus hijos de los inconvenientes que ellos tuvieron que enfrentar en su infancia. Esto conduce a la sobreprotección y a brindarles una vida cómoda donde se provee todo hecho, generando que en el futuro se transformen en adultos inseguros y caprichosos.
La fuerza de voluntad y la disciplina se deben entrenar diariamente modificando las conductas en costumbres, lo que permitirá que se reduzca la sensación de esfuerzo. Cuando el niño comprende por qué debe realizar determinada acción y siente deseos para efectuarlo, la costumbre del trabajo y la disciplina se transforma en un valor positivo que representará un gran orgullo en el futuro.
No se debe caer en la equivocación de la exigencia por imposición. Los padres deben ser exigentes con los hijos, sin embargo, sin obligar o imponer. Por medio de una exigencia apropiada, los padres tienen la posibilidad de despertar la habilidad del trabajo y esfuerzo en el niño promoviendo a la vez valores como la fuerza de voluntad, la constancia, la responsabilidad o la perseverancia.
Si el niño lo comprende, la exigencia se transforma en algo motivante, no obstante, la imposición de una exigencia por parte del adulto o el temor a los efectos del incumplimiento no producen motivación alguna para el menor ni fomentan la buena actitud para esforzarse. Los padres deben acompañar y ayudar al niño en su formación, de ahí que éstos deben ser los primeros en enseñar mediante el ejemplo.