Durante los primeros años de vida la personalidad de los niños se conforma de manera regulada, progresiva y automática con la influencia de factores psicofisiológicos y ambientales. La experiencia es vital para el desarrollo de las capacidades intelectuales y afectivas como base para el desarrollo de una personalidad armónica.
Formación de la conducta
Los valores o patrones de conducta se adquieren a través de la enseñanza directa o por imitación, en el niño influyen todas las personas que se relacionan con él.
Las reglas de conducta se van haciendo más complejas y determinan el comportamiento. Primero el adulto exige unas normas en base de unas reglas y el niño se adapta a esas conductas y actitudes en relación a ellas.
A partir de los dos años el niño manifiesta su conciencia del yo y su desarrollo depende de la madurez cognoscitiva y de la educación de los padres donde adquiere las primeras pautas definitivas durante la primera edad escolar.
La identificación sexual
El descubrimiento de la sexualidad en los niños se logra a través de un proceso de identificación sexual y cultural que se genera por la observación del niño hacia los roles que desempeñan los padres, en este caso el niño con el padre y la niña con la madre.
El desarrollo afectivo de los niños
Los niños nacen con una gran necesidad de aprender e interactuar para recibir estímulos sociales y vínculos afectivos, el apego es una de las formas para establecer su relación con los seres más cercanos y se caracteriza porque determina conductas, representaciones mentales y sentimientos. Por ejemplo los niños desarrollan el apego a la madre desde el nacimiento, por el alimento, cuidado, la angustia y el dolor y a partir de los nueves meses con el padre por medio del juego.
Otra clase de vínculos afectivos
Desde el segundo año de vida las relaciones suelen tornarse afectuosas y conflictivas porque los niños toman conciencia de que los padres no comparten cierta forma de intimidad en la que no pueden participar y ven a uno de sus progenitores como un rival.