El síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) es la muerte inesperada de un bebé normalmente menor de 12 meses. Cuando dicho síndrome se presenta el bebé deja de respirar durante el sueño y sin razón aparente. Los bebés que son víctimas de SMSL por lo general no han tenido problemas de salud previos.
Posibles causas del síndrome de muerte súbita del lactante
También conocido como muerte de cuna, el síndrome de muerte súbita del lactante no tiene causa conocida, a pesar de que han habido conceptos y teorías de muchos investigadores en el campo de la medicina. Durante años, la ciencia médica ha estado tratando de descubrir hallazgos más precisos que conduzcan a una razón de dicha situación, y algunos científicos creen que los bebés que han muerto a causa del SMSL pueden haber sido predispuestos a esta condición desde el momento de su concepción.
Las investigaciones apuntan a una pista que conduce a una deficiencia situada en la parte del cerebro y que es responsable del control de los patrones de respiración. Algunos médicos que se especializan en pediatría advierten el peligro de que el niño duerma sobre su estómago, ya que esto supone mucha presión en las vías respiratorias del bebé.
Los científicos y los expertos médicos han coincidido en un factor esencial en relación con el riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante. Ellos afirman aquellos bebés que nacieron prematuros tienen un mayor riesgo de sufrir la muerte súbita. Los expertos han sugerido que el cuidado prenatal es esencial, y es por ello que a las madres se les sugiere abstenerse de fumar cigarrillos y de usar estupefacientes. La creencia es que todos estos factores juegan un papel que contribuye a un mayor riesgo para que se presente el síndrome de muerte súbita del lactante.
Este fenómeno es poco frecuente en algunas partes de Asia. Algunos científicos creen que esto podría atribuirse al hecho de que muchos padres asiáticos duermen con sus bebés en la misma cama. Gracias a esto, un importante grupo de científicos sospecha que mientras duermen con sus padres, los niños pueden desarrollar patrones de respiración eficientes que sean más coherentes y sensibles.