Con todos los avances en materia de inmunización, un número importante de enfermedades de la infancia se han erradicado casi por completo. Es por ello que hay cada vez menos casos de las enfermedades más peligrosas de durante la primera infancia, como la poliomielitis y la difteria. Muchos niños todavía adquieren las enfermedades infantiles más peligrosas, como la varicela, las paperas y el sarampión, pero sus síntomas no suelen ser tan graves y sus tiempos de recuperación son mucho más cortos.
A pesar de los avances en los tratamientos de inmunización y las enfermedades infecciosas, algunos niños todavía pueden enfermar gravemente o incluso morir a causa de ciertas enfermedades infantiles que no se han logrado erradicar y que en muchas ocasiones pueden tener síntomas parecidos a los de problemas de salud menos complicados.
¿Cuáles son las enfermedades infantiles más peligrosas?
Una de las enfermedades más peligrosas de la infancia es la difteria. A primera vista, esta forma de infección bacteriana no parece ser peor que la faringitis estreptocócica. El signo más evidente de la difteria es un dolor de garganta, acompañado de un poco de fiebre. Lo que hace que la difteria sea una de las enfermedades más peligrosas de la niñez es la posibilidad de una infección que se extiende por debajo de la tráquea y en el tracto respiratorio. Esto puede causar una serie de complicaciones relacionadas con el corazón y el sistema nervioso si no se controla.
Otra de las enfermedades infantiles más peligrosas es el tétano o trismo. El tétano es causado por una bacteria que suele vivir en ambientes orgánicos como el suelo o las aguas residuales. Bajo la mayoría de circunstancias, la bacteria muere poco después de la exposición al aire, pero si la piel de un niño es penetrada por elementos como un clavo sucio, las bacterias pueden entrar en su torrente sanguíneo.
La varicela generalmente no se considera como una de las enfermedades infantiles más peligrosas, pero puede causar complicaciones graves o la muerte en los niños con sistemas inmunes comprometidos. Si bien existe una vacuna contra la varicela, muchos niños la contraen a través del contacto con otros pequeños infectados. El virus de la varicela generalmente sigue su curso dentro de una semana y ocasiona la aparición de ampollas rojas muy incómodas en el pecho, la cara, la garganta y la espalda. Lo afortunado sobre la varicela es que el cuerpo suele formar suficientes inmunidades naturales para protegerse de un segundo ataque.