‘Mi niña es superinteligente’, ‘mi hijo es el mejor de la clase en matemáticas’, ‘todo es sencillo para mi niño’… Son expresiones que parecen positivas e incluso motivantes y estimulantes para los niños porque afianzan la seguridad.
No obstante, al contrario de lo que se piensa, esta clase de elogios o la circunstancia de estar alabando frecuentemente al menor no solo contribuye en el crecimiento y desarrollo de su personalidad, sino que al mismo tiempo lo afecta.
Razones por las que no se debe elogiar en exceso a los niños
Los frecuentes elogios al niño no contribuyen en su aprendizaje, a desear superarse y tratar de luchar. Éste se conforma y considera que ya es bueno, por lo tanto, tratará de esforzarse en otro instante. Se presentan casos así, por ejemplo una niña normal, no posee elevadas habilidades, tampoco es excelente en ninguna asignatura, ni sobresale en nada. No obstante, su madre la elogia frecuentemente y en exceso, al menos frente a otros padres. La madre piensa que su hija posee una habilidad especial para todo. La niña siempre está atenta escuchando todo lo que su madre le dice, y coincidencia o no, es posible que repita el curso, debido a que durante el año escolar no se ha esforzado en nada.
Los especialistas en el tema dicen que es indispensable afianzar al niño de manera positiva y elogiarlo cuando hace las cosas bien o se esfuerza por conseguirlas. Sin embargo, si se alaba cuando el menor no ha hecho nada para merecerlo y se da por hecho que el niño es inteligente o que todo lo hace bien porque dispone de una destreza innata se está poniendo a prueba la autoestima del niño.
Y es que, cuando halle un problema en el camino y suspenda una evaluación o el maestro lo corrija por un trabajo que no estaba bien realizado empezará a desconfiar de sus capacidades, tanto de las reales como las que probablemente han exagerado sus padres. El niño creerá que es un fraude.
En EEUU efectuaron una prueba a más de 400 niños de quinto grado (publicada como ‘La nueva psicología del éxito’ de Carol S. Dweck) en las que le dio un puzle relativamente sencillo para que lo organizaran. En una primera instancia, algunos recibieron elogios por su inteligencia y otros por sus esfuerzos.
En una segunda etapa, lo niños podían escoger entre un reto semejante o uno distinto. A los niños elogiados como ‘inteligentes’ seleccionaron un reto semejante. Y los que fueron alabados como ‘trabajadores’ optaron por un reto distinto. A todos ellos los influenciaron sin que se enteraran empleando una sola expresión.
¿Cómo deben actuar los padres?, ¿no conviene decir a los hijos que son inteligentes? Los especialistas aconsejan evitar este término. Esto significa, recomiendan que no se diga a los niños que son inteligentes, sino que son combatientes, trabajadores, que lo hacen bien, que son perseverantes y que se han esforzado. Sin embargo no se debe permitir que se relajen y se acostumbren creyendo que son inteligentes y que ya está todo listo.