Los síntomas de la anemia en los niños de acuerdo al nivel de gravedad de la enfermedad, o lo que es igual, en función de la reducción de glóbulos rojos en la sangre del menor, que son los responsables de transferir el oxígeno a los diferentes órganos y células del organismo.
En la situación de que la anemia sea ligera o moderada en el menor, es posible que manifieste síntomas como agotamiento, palidez en la piel, en la zona interna de los párpados y en la «raíz» de las uñas, escalofrío, poco apetito, depresión, fragilidad muscular, ausencia de energía y somnolencia.
Principales síntomas de anemia en la infancia
En las circunstancias más graves de anemia, es posible ver una mayor irritabilidad en la conducta del menor, un incremento de su frecuencia cardiaca, y poco interés por alimentarse. Además, se pude notar la lengua con un tono blanquecino. Por otro lado, también es posible apreciar un retraso en su crecimiento y desarrollo psicomotor, y de igual forma la reiteración de infecciones. En caso de que se contemple alguno de los síntomas en el pequeño, sin motivo aparente, se recomienda llevarlo al pediatra. Únicamente el médico estará en capacidad de analizar y diagnosticar cada situación en forma específica, y solicitar, si es indispensable, un análisis de sangre para saber cómo se encuentra el nivel de hemoglobina en la sangre del niño.
La anemia representa un síntoma de otras enfermedades o dificultades provenientes de algún inconveniente para sintetizar componentes relevantes de la sangre, por esta razón es fundamental llevar un control médico.
Tratamiento para la anemia en los niños
Cuando se sospecha que el infante posee anemia, la primera prueba que debe realizarse es un análisis de sangre en la que se solicita el resultado del nivel de hemoglobina, hematocrito, etc. El médico además deseará identificar las costumbres de alimentación del menor y de la familia, así como el comportamiento. Al confirmarse la sospecha de anemia, el pediatra recetará una dieta rica y balanceada como primer medida para garantizar una nutrición apropiada al niño. El hierro y la vitamina B12 son dos componentes básicos que no deben hacer falta en la dieta del niño con anemia y que se hallan presentes en las carnes rojas y vísceras, así como en vegetales verdes crudos (ricos en ácido fólico).
La segunda pauta tiene que ver con completar la dieta a través de preparaciones que posean hierro, y otras vitaminas, por vía oral. La dosis, así como el suplemento vitamínico, solo deben ser sugeridas por el médico.
El tiempo del tratamiento depende de los resultados que se consigan en los posteriores análisis de control. Por lo general, se recomienda el consumo de un suplemento en el transcurso de tres meses o hasta que se normalice el valor de la hemoglobina. En las situaciones de anemia grave, y que ésta se vea agudizada por una neumonía, asma, insuficiencia respiratoria, u otra manifestación peligrosa, es posible utilizar una transfusión sanguínea, siempre indicada por el médico. La transfusión sanguínea únicamente se usa en específicos casos por los riesgos que ésta conlleva: anemia grave, anemia más neumonía o asma con insuficiencia respiratoria moderada o severa. Se utiliza sangre completa o paquete de glóbulos rojos.