Las múltiples maneras en que un bebé puede decirle a sus padres que tiene hambre o que no quiere comer más hacen parte de los procesos comunicativos del bebé. Por eso es importante que los padres establezcan una relación entre la comunicación y la alimentación del bebé. Para ello se pueden valer de la observación a las diversas actitudes y a cómo reacciona el niño cuando recibe ciertos alimentos.
El convertirse en padre es un cambio que implica desacomodarse completamente de la vida que se llevaba, por eso un nacimiento es un cambio para todos los que tienen que ver con él. A partir de ese momento los padres deben aguzar sus sentidos y ser más observadores.
En el caso concreto de la alimentación, es muy importante el análisis de los gestos y actitudes del bebé, con el fin de determinar cuáles alimentos son sus preferidos o identificar posibles formas erradas de suministrárselos.
Algunos de estos gestos son, por ejemplo, cuando lleva su mano a la boca puede significar que tiene hambre. El que estire los brazos separando la comida de sí, es porque está lleno o no le agrada lo que come. Al bebé no se le debe forzar a comer, pero tampoco se puede caer en el error de hacer lo que él quiera. Pues esto terminará afectando su propio crecimiento y la autoridad de los padres.
Se puede estimular e incentivar al niño armonizando el momento de la comida con música suave y tranquilizadora, brindarle comida con formas divertidas y establecer juegos que faciliten la alimentación e incluso cantarle y sonreírle son buenas estrategias para que el momento de la alimentación del bebé sea agradable y enfocado en lo que es.
En muchas ocasiones las evasivas del niño y las de los padres hacen que la alimentación no sea un momento apropiado y se convierta en una situación obligada y de complicaciones para todos. Para prevenirlo es muy importante que se establezcan lazos comunicativos (lee más acerca de la comunicación) que fortalezcan los vinculos y se mejoren los momentos en que padres e hijo comparten.